sábado, 29 de mayo de 2010

Sudestada cultural

Se puede leer por ahí que a sólo tres meses del triunfo de la revolución cubana, se funda la Imprenta Nacional en cuba y que lo primero que se publica son 100.000 ejemplares de El Quijote para venderlos a 25 centavos. ¿Extraño?. Al menos llamativo. Si lo es ahora, imagínense cuan más llamativo puede haber parecido medio siglo atrás en la isla del mundo. Claramente, medidas como tal, han ayudado fuertemente a mantener viva y audaz la revolución -ayer sólo cubana, hoy de la Amérika toda-. Porque la cultura no es más que la expresión de los pueblos durante siglos y siglos...
Lamentablemente, hoy la sociedad está lejos de entender a la cultura como lo que realmente es, y ante tanto avance de retrógrado liberal, de tanto monopolio, de tanta publicidad globalizada, hemos aferrado los tapones al césped y estamos esperando el avance inminente y continuo del rival. Estamos a la defensiva. A la defensiva en serio. Hemos pasado a llamar a la cultura a secas como: "cultura popular". Como si hubiera alguna cultura que no lo fuera. En fin, le hemos cedido la palabra al enemigo y empezamos a construir una nueva saliendo jugando desde abajo... por los laterales.
Aún en este contexto sobran quienes entienden el rol de la cultura en el pueblo, el rol del pueblo en la cultura. Sobran de verdad. Hoy quiero hacer mención a un grupo de trabajo que cada día, felizmente, me impresiona más. La revista Sudestada ha sabido patear las calles y los barrios como pueblo, y como pueblo construye cultura. Porque difundir la cultura es construirla, multiplicarla es construirla, "levantarla" es necesario, defenderla es un deber ineludible. Poesía; música; plástica; teatro, rebalsan de los papeles de Sudestada. Pero rebalsan de política. La cultura es política y viceversa. Así lo entendieron los revolucionarios cubanos hace medio siglo atrás. Y esta vinculación irrompible, infelizmente, sí que no sobra.
La investigación periodística; la palabra; el avance; las historias mínimas -gigantes-; la cacería incesable de palabras, como Galeano se auto-definiera en una entrevista con la revista, un cazador de palabras; la rutina de los movimientos de pueblos originarios, trabajadores, cooperativos, se entremezclan y relacionan en una publicación mensual, que no requiere más que ser pueblo para leerla y disfrutarla, para aplaudirla, para emocionarse, para entenderla y entenderse, y sobre todo, para sonreír... porque "la cultura es la sonrisa" y con el fin de multiplicar las sonrisas es que me siento en la necesidad de hacerles llegar la mía, de contarles que esta gente me hace muy bien, y una vez más, justifican estas lineas.